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Exempleado de Disney arremete contra los “Disney adults”: “Es una obsesión que reemplaza la vida real”

  • Foto del escritor: Periodista
    Periodista
  • 26 jun
  • 2 Min. de lectura

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Para muchos, ir a Disney siendo adulto es un sueño cumplido. Pero para James Wong, ex empleado de la empresa, esa magia se convierte en problema cuando se trata de los “Disney adults”, un fenómeno que describe como “emocionalmente dependiente y obsesivo”.

En una columna publicada en Fodor’s Travel, Wong relata su experiencia trabajando en los parques temáticos, donde tenía acceso ilimitado gracias a un pase VIP. Sin embargo, lejos de disfrutarlo, se sentía incómodo al ver a adultos sin hijos actuar con una devoción infantil desmedida hacia la marca.

¿Qué son los “Disney adults”? Según Wong, son principalmente millennials que, sin hijos, gastan miles de dólares al año en mercancía, vacaciones y experiencias Disney. Algunos incluso lloran al ver personajes como Mickey o Goofy. “Hay un problema psicológico cuando un adulto llora por ver a alguien disfrazado de animal”, afirma.

Wong pone de ejemplo a una pariente suya, a quien apoda “Rapunzel”, que gasta hasta $3,000 USD al año en visitas a Disney. No había viajado fuera de EE. UU. hasta una reciente visita familiar a Europa, donde, según él, tuvo un colapso emocional por un simple dolor de cabeza y exigió medicina americana gritando: “¡Quiero volver a casa!”.

Más allá de las emociones, Wong cuestiona cómo estos adultos canalizan sus ingresos hacia una sola corporación. “Cada centavo termina en una de las empresas más grandes del mundo”, afirma, mientras rechazan explorar el mundo real. En su opinión, muchos hacen “turismo temático”, viajando solo para visitar parques como el de Tokio, ignorando la cultura local.

También destaca el daño ecológico de esta obsesión: “Dudo que gran parte de los $62 mil millones en mercancía anual se reutilice. La mayoría acaba en la basura”. Añade que el comportamiento de algunos fans en el extranjero es problemático, con contactos en Japón señalando que muchos de estos visitantes son “los menos respetuosos”.


Conclusión: ¿y si crecemos un poco? Wong no odia Disney, pero cree que en la adultez es momento de buscar experiencias reales más allá del plástico y la nostalgia. “Seis mil dólares pueden comprarte un safari en Kenia o un recorrido gastronómico por Italia. Pero si preferimos mega ciudades de fantasía, solo nos quedará un mundo de gente disfrazada de animales”, advierte.

En resumen, Wong invita a dejar atrás la obsesión con Disney en la adultez y aprender a vivir experiencias auténticas fuera de la burbuja mágica.

 
 
 

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