¡Se fugan las abuelas del convento! Tres monjas octogenarias regresan a su hogar pese a la oposición eclesiástica
- Periodista

- 14 sept
- 2 Min. de lectura

La tranquila vida del Kloster Goldenstein —un castillo que albergó convento y escuela desde 1877— dio un vuelco a inicios de septiembre cuando tres de sus últimas religiosas decidieron volver “a casa”. Sister Bernadette (88), Sister Regina (86) y Sister Rita (82) se habían trasladado en diciembre de 2023 a un asilo católico; sostienen que la mudanza fue contra su voluntad y que tenían derecho a permanecer en el convento mientras su salud y capacidades lo permitieran.
Acompañadas por exalumnas y con la ayuda de un cerrajero para sortear cerraduras cambiadas, las religiosas empacaron unas pertenencias y retornaron al edificio donde pasaron gran parte de su vida: enseñaron en la escuela —de la que Bernadette fue alumna en 1948 y donde coincidió con la actriz Romy Schneider— y dedicaron décadas al centro educativo y religioso. Al hacerlo encontraron inicialmente falta de servicios básicos; desde entonces voluntarias y antiguos estudiantes han gestionado suministro parcial de agua y electricidad, les acercan víveres y han facilitado atención médica.
La reacción eclesiástica no se hizo esperar. El provost Markus Grasl, del Reichersberg Abbey, calificó el retorno como una “escalada incomprensible” y advirtió que las habitaciones no reúnen condiciones para cuidados adecuados: según la autoridad, la precaria salud de las monjas impide su independencia y el asilo ofrecía atención “esencial y profesional”. Pese a ello, las religiosas insisten en su determinación de quedarse: siguen rezando, reciben visitas constantes y cuentan con una red de apoyo de exalumnas que las defiende públicamente.
El episodio abrió un debate sobre autonomía, dignidad y cuidado de personas mayores en instituciones religiosas: por un lado, la Iglesia esgrime responsabilidad y seguridad médica; por otro, las monjas reivindican su derecho a morir donde han vivido y servido. Mientras tanto, la vida en Goldenstein continúa entre plegarias, cuidados improvisados y la presencia constante de quienes las acompañan en esta nueva —y decidida— etapa de sus vidas.








Comentarios