Ola de desapariciones en Tecate: jóvenes atrapados entre violencia, narco y un futuro incierto

Rubén Manuel, de apenas 14 años, fue visto por última vez el 7 de agosto en la colonia Benito Juárez, Tecate. Su desaparición lo suma a una escalofriante lista de al menos diez menores no localizados en lo que va del 2025 en el llamado Pueblo Mágico. Como seña particular, el adolescente tiene un tatuaje en el pecho con el nombre “Cassandra”.

Entre los casos más recordados está el de Sergio Martín, de 16 años, privado de la libertad en febrero por hombres armados que lo interceptaron cuando volvía de clases. A seis meses de aquel hecho, no hay rastro de él. Autoridades lo relacionan con una célula delictiva, lo que apunta a que podría haber sido víctima de un ajuste de cuentas.

Las desapariciones no son un fenómeno aislado. Docentes y padres señalan cómo las redes criminales seducen a los jóvenes con drogas, dinero y poder, mientras que las adolescentes también están en riesgo: en lo que va del año se han reportado cuatro desaparecidas, solo tres localizadas. El caso más reciente es el de Sofhia Herrera, de 12 años, desaparecida en julio.

La realidad es brutal: menores usados como “buchonas”, reclutados por cárteles, consumiendo drogas o atrapados en dinámicas de violencia familiar. A esto se suman tragedias que sacuden a toda una comunidad: Ariday Rendón, de 14 años, asesinada mientras dormía en su casa en 2024; o el estremecedor hallazgo de Taliz y Luna, adolescentes localizadas sin vida, violentadas y usadas como armas por el crimen organizado.

Especialistas como el psicólogo César Montalvo alertan que estas muertes y desapariciones reflejan un patrón: familias fracturadas, ausencia del Estado y una sociedad que invisibiliza a los jóvenes hasta que es demasiado tarde.

El fenómeno no es menor. De acuerdo con investigaciones de organizaciones como Reinserta, gran parte de los adolescentes detenidos por delitos de alto impacto en México aseguran haber sido reclutados y obligados a delinquir para grupos criminales.

Tecate, convertido en un microcosmos de esta crisis, vive hoy la amarga realidad de ver cómo sus jóvenes desaparecen, son asesinados o absorbidos por un narco que avanza sobre la niñez sin que existan medidas efectivas para detenerlo.