Red oscura contra la energía limpia: universidades y científicos bajo ataque por petroleras
- Periodista

- 27 ago
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En Estados Unidos, grupos respaldados por dinero petrolero han intensificado sus maniobras para frenar la expansión de la energía eólica marina, recurriendo a estrategias de desinformación, demandas y presiones políticas. El nuevo reporte del Climate & Development Lab (CDL) de Brown University, titulado “Legal Entanglements”, expone los vínculos entre firmas legales, organizaciones anti-eólicas y el poderoso lobby fósil.
El informe, elaborado por estudiantes y académicos bajo la dirección de J. Timmons Roberts, demuestra cómo estos actores han buscado bloquear proyectos de energía limpia, manteniendo la dependencia del país hacia combustibles fósiles. Se trata de una ofensiva coordinada que combina propaganda, financiamiento oscuro y tácticas legales dilatorias.
¿Por qué importa la energía eólica marina?
La costa Este de EE.UU. tiene un enorme potencial para aprovechar el viento marino: abundante, limpio y confiable. A diferencia de los combustibles fósiles, no emite carbono, no ocupa grandes extensiones de tierra y es clave para cumplir con los objetivos climáticos. Países como China, Reino Unido, Dinamarca o Alemania ya la han integrado con éxito, mientras que EE.UU. enfrenta obstáculos alimentados por campañas de desinformación que han contaminado el debate político.
La maquinaria fósil contra el viento
El negocio de los combustibles fósiles teme que el viento desplace al carbón, al gas y reduzca la dependencia del petróleo, especialmente con la electrificación del transporte. Esto implicaría menos contaminación, costos más bajos y beneficios para la salud pública, todos escenarios que las petroleras buscan evitar. Para ello, financian redes de grupos pantalla, políticos y abogados que fabrican narrativas falsas para retrasar o detener proyectos eólicos.
El caso del Cape Wind, destruido por una demanda impulsada por el multimillonario William Koch a través de un falso grupo ciudadano, es un ejemplo de cómo estos litigios pueden frenar proyectos incluso cuando no prosperan legalmente.
La mentira de las ballenas
Uno de los argumentos estrella de los grupos anti-eólicos ha sido culpar a la industria del viento de la crisis de la ballena franca del Atlántico Norte. Alegan que las turbinas violan leyes de protección animal, cuando en realidad la principal amenaza para esta especie son el cambio climático, la acidificación del océano causada por los combustibles fósiles, y los choques con embarcaciones petroleras. Paradójicamente, muchos de los mismos grupos que dicen defender a las ballenas se opusieron a regulaciones que habrían reducido esos choques.
El acoso legal contra Brown University
Una de las firmas mencionadas en el reporte, Marzulla Law, respondió enviando una carta amenazante a los autores y presionando a Brown University para censurar la investigación. El despacho incluso intentó condicionar el financiamiento de la universidad, apelando a organismos federales, pese a que el CDL no recibe recursos de ellos. Roberts calificó esto como “acoso estratégico” para desgastar a los investigadores y generar autocensura.
Entre los clientes de Marzulla figura el grupo “Green Oceans”, que recientemente detuvo el proyecto Revolution Wind con argumentos falsos sobre seguridad nacional, a pesar de estar 80% terminado. Esta maniobra significó pérdidas millonarias y mayores tarifas de electricidad para los consumidores.
El trasfondo político
El ataque contra la ciencia y las universidades se ha convertido en una constante de la derecha estadounidense, que busca debilitar instituciones académicas y desacreditar investigaciones que afectan los intereses fósiles. Brown, que en ocasiones previas ha cedido ante presiones políticas, se encuentra nuevamente bajo escrutinio: ¿defenderá la independencia académica o volverá a ceder?
El caso expone cómo las petroleras, a través de abogados y think tanks, fabrican un relato para desacreditar energías limpias, confundir a la opinión pública y mantener el dominio de la industria más contaminante del planeta.








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